La
arrastraron a ese cuarto sombrío en contra de su voluntad. Sentada en una silla
estéticamente elaborada —no se sabe por quién—, y diseñada para martirizar, no
para darle descanso al cuerpo. Amordazada y maniatada al asiento inhumano,
intentaba zafarse sin éxito alguno. Al momento, recordó el caso del
asesinato de tres mujeres. Por ese delito estaba allí sentada.
Cantidad
de palabras: 62
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