sábado, 15 de febrero de 2014

LA SILLA





La arrastraron a ese cuarto sombrío en contra de su voluntad. Sentada en una silla estéticamente elaborada —no se sabe por quién—, y diseñada para martirizar, no para darle descanso al cuerpo. Amordazada y maniatada al asiento inhumano, intentaba zafarse sin éxito alguno.  Al momento, recordó el caso del asesinato de tres mujeres. Por ese delito estaba allí sentada.

Cantidad de palabras: 62

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Escudo de Lucevelio