miércoles, 21 de febrero de 2018

Canto III

Miss Fernande

En pleno ciclo, el pubis, cinturón proclamándose, redime
primavera cruda o carne profunda contra la calamidad.
No aparece por acá el exceso del decoro, que siempre ha sido sobreprotector de la teoría absurda.
Fernande se diluye como agua, se expande como universo, restregándole las mejillas a los difamadores.
Hace de las suyas con mansedumbre, con el propósito de revelar la condición que ha madurado en ella,
que se ha abierto, así como la cortina por la brisa para darle entrada a la luz,
y no va a detenerser por más que los rumores la rebajen.
No hay culpables del pudor que se arrodillen, ni los habrá: El cuerpo es objeto íntegro de la naturaleza y como tal ha de ser
interpretado.
Si se continuara persiguiedo, deshonestamente, el acto de renunciar a las imposiciones, no cabría
la posibilidad de conocer o recenocer la realidad, verdadera vía para la comprensión y aceptación.

martes, 13 de febrero de 2018

Canto II

Miss Fernande

Como la sombra que hay detrás de la cortina, como el musgo por la humedad de la piedra, así su cuerpo está disponible
y vigente y sin preocupaciones
por dar coartadas.
De una camino a otro camino de blancura, de esa espalda aventurada y larga que decide no doblarse
por imposiciones,
no hay tensiones, no hay nerviosismos,
solo existe el propósito de enfurecer la monotonía.
En estos momentos el arrinconamiento no tiene potestad al dictamen absurdo.
La incógnita en la carne no posee un ángulo para dominar. Que sean los ojos
jueces, y desde allí caiga la sentencia del día.
Como bandeja la cadera abre, y al abrirla, repercute, provee, condiciona. Pero por tal conducta
nada colapsa, ni siquiera los preceptos de la época aunque sea a escondidas.
Nalgas palpitantes pacifican por elevarse adecuadamente por ser ejes del cuerpo. La postura en ellas es tan natural
como el echarse a dormir por el cansancio.
Embriones de un entretiempo aglutinado que entre las caderas procuran alargar un itinerario nocturno y atento.
Una galería, que defendida con humedad,
con fuego, que tiene reconocimiento aunque no se vea
en el primer impulso.
La desnudez femenina no debe ser un acto circunstancial sino
un acto cotidiano, un desacato sin difamadores. Que aparezca y desaparezca para apaciguar tanta energía hacinada, y que ocurra como la paz pretendida.
Que no sea como un simple objeto la desnudez, sino una ofrenda.

viernes, 9 de febrero de 2018

Canto I

Miss Fernande




¿Qué empuja a la mensajera promulgar sus caderas con desprendimiento?
Calienta la pradera prodigiosa:
Disuelve el pecado de París de un verdor solemen que desorbita.
Orgullosa con sinfonía sólida, entre elasticidades y ondulaciones, propalada con qué naturaleza.
Mármol llevado y que enclaustra, mármol desprendido de madre subterránea que permanecerá hasta que la muerte muerda.
El espejo, como entidad que duplica, toma las densidades del envoltorio de los luciferes, para refractarlas el tiempo que sea necesario.
¿Qué tanto doblaría la castidad con esta hegemonía?
Los rumores de una entrega obstinada del pétalo, del grano cosechado, se ha solidificado como hierro al agua.
Desde el cuello, desatando líneas, hasta los
retazos que gravitan, retazos infantiles y aletargados, se van sumando licencias que la poltrona compensa en noche incontinente.
Fernande, luz de carne, bocado que no se detiene, menoscabas el vacío precedente, que nadie quiso derrotar porque
requería oposición de las leyes.
De ese modo echado el cuerpo, como oleaje, como hilo en espera para zurcir la tela, y suave con tanta comarca
deliberada, chocaría con tratos deshausiados.

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Escudo de Lucevelio