lunes, 15 de junio de 2015

La Bacante





Suficiente es la guirnalda de plumas
que intensifica la frente.

    No la entristece la falta de dinastía.

Celebra con bienoliente corona —deshilachada bajo
un eclipse de briznas
anilladas—, en busca

    de un crimen crepuscular. Además,
una percusión expande ecos
    que sustentan y condecoran el dorso.

¡Pulpa manumisa y sin ataduras!

La Bacante, participa
        en las fiestas canónicas del solsticio
de     verano,
        aupando la muerte de la castidad,
trasegando alcoholes célicos
    y generando una sed de medusas labiales.

Es poderosa porque es frontal,
        y no
le intimida la desvergüenza.

La Marquesa





La Marquesa tiene un soplo de capricho,
        que solo se complementa
con una tizona férrea y extendida.

Piensa en dimitir su nombre,
descomponiéndolo en el compromiso
        de la poltrona,
    para darle entrada a una serie
de aliados
        liberales y ansiosos, que hace
tiempo descendieron a la virginidad.

No le adolece la carta del áspid
        que 
agrede a su pubis y que airea
    las telarañas de la desvergüenza.

Degusta, sin fobia, ese intento de coctel
de miradas que lamen, desde la piedra del
        tobillo inútil, pasando
    por la amplitud de unas piernas olvidadas en la salina,
la anatomía de un vientre de llanura,
    hasta ascender
        a las cifras de una
feminidad suspendidas en la atmósfera.

    La Marquesa, tuvo unos hombros
para  aferrarse…     hoy ya perdidos;
        opta por no dejarse reducir    
por el pronto timo de la vejez,
        dejando
        consumirse, en el guardarropa,
aquel vestuario que quiso enclaustrarla
        en la prudencia.

domingo, 14 de junio de 2015

La Ilustre





Se entiende con sus lunas.
                        Las descuelga
de  aquella noche perniciosa, donde jamás
el renombre las llegó a toquetearlas.

De espalda al mundo, ilustra sin engaños,
            el caudal
            heredado de Venus Calipigia.

Fue en una primavera insólita,
                        en la que supo captar que manos
            hidrópicas,
            pudieran subvertir el cansancio.

de doncella, y habilitarla hacia los filos
                                                           del pecado
¡Dócil, muy dócil con el ascenso de la piel!

Duquesa de su cuerpo, precediendo a la
                        hora  áspera de la vejez cuando
            intente morderla.

Disfruta y descansa la corteza —aun en
                        horas matutinas—,
manteniendo oleajes frente a las sombras que pretenden aislarla
con ese estrato de amnesia y señuelo.


En estas horas claras, las lunas acontecen
para vibrar la carne de quien
            las obtengan con pasión.

Las Florescencias







Advino una desenfrenada primavera,
                        en la que
un género de rosa sublevaron
                        sus pétalos.

¡Labios que escurren un licor intenso!

                        El áspid ha ascendido de las madrigueras
                        proponiendo
            el pecado frontal y ascético.

Florescencias mojan el espacio
nunca esperado en la alcoba,
y como un rio pornográfico, corre
                        y
desata con fuerza carnal, ahogando el rostro de la doncella.


          Luces que lucen.
          Cantos de lo encantos.

Banderas ondeantes a la espera del himno
que las inmortalice bajo los fulgores
de un día de incontinencias.

Marginadas y abiertas ante el
                        protagonismo,
dejan en el pasado, el escudo de su esencia.

Esperan ser colonizadas.

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Escudo de Lucevelio