en la que
un género de rosa sublevaron
sus pétalos.
¡Labios que escurren un licor intenso!
El áspid ha ascendido de las madrigueras
proponiendo
el pecado frontal y ascético.
Florescencias mojan el espacio
nunca esperado en la alcoba,
y como un rio pornográfico, corre
y
desata con fuerza carnal, ahogando el rostro de la doncella.
Luces que lucen.
Cantos de lo encantos.
Banderas ondeantes a la espera del himno
que las inmortalice bajo los fulgores
de un día de incontinencias.
Marginadas y abiertas ante el
protagonismo,
dejan en el pasado, el escudo de su esencia.
Esperan ser colonizadas.
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