sábado, 15 de febrero de 2014

DE BUENA FE





Estábamos los dos en la cama. Ella tenía las manos inquietas, y yo con necesidades. En ese momento nos leímos la mente. Atreviéndose a tomar algo de mí sin esperar respuesta: aquella camisa vieja que urgía remendar.

Cantidad de palabras: 40

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Escudo de Lucevelio