La engreída, conoce
de posturas casuales
esclaviza la sed del ojos para
atenderla.
Ha doblado la
proporción de la carne
para
facilitar cifras húmedas, ascendidas
desde
las
sombras.
¡Sin vacilación ha
tomado el riesgo!
Con mucha
pretensión, hace surgir una
incógnita, por
incremento del verano
que hiela la inocencia:
la vorágine que revuelve el océano
venusino entre
magníficos escollos
lisonjeros. Las
borrascas, en esas latitudes, de
seguro, abatirían
proas calientes.
¿Qué divisas más
poderosas ascienden
con
tal incontinencia?
En
tales circunstancias, el ofidio del pecado
deja blasón sencillo y
fácil, sin
manchas de
hipocresías.
La verdad, es que, la engreída,
dificulta el error
de la inocencia.
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