domingo, 12 de febrero de 2017

Califato

Franja de Gaza

El verano apuró su encaje, 
estirándolo como una miseria.
Corral del guarismo, cajón de 
voluntades abrigándole el aliento.
De norte a sur se le puede ver sus 
cabezas, cabezas rapadas 
y apaleadas por barreras.
Al costado, 
en una tensa e irritante correa, 
David le muerde los gajos del limonero.
Gaza, es una pulcra chiquilla 
de piel seca pero aromática 
y suave, precipitada desde el invierno.
Su fachada auténtica es de arena, 
de arena empujada por la brisa. 
El eficiente cargo de la granulometría
le fabrica un paño desenvuelto en varios rizos.
Debajo del paraje, muy debajo, 
casi plutónico, 
a pesar de las presiones 
a todas sus raíces halla el 
depósito de la manufactura.  
Es el despacho donde aterriza 
el mineral que revoca salones de pesadumbre.




Cisjordania

Una gravitación, que es como un lastre, 
le pesa desde hace muchas cosechas.
 Muchos pies vinieron a taconearle la espalda. 
Unas cuantas rodillas le magullaron 
el tendón, 
pero aún hoy resiste, forzadamente, 
pero resiste.
Cisjordania tiene extremos de nobles 
alforjas que le enfatizan el suelo.
El Jordán, por un lado, es la criatura 
alargándole la lengua por sus costillas. 
La conocida agua histórica 
de las tierras bíblicas 
frente a la aridez.  
Por el otro, el Mar Muerto, 
profundo, circunspecto. 
Lago que encajona parte 
de su agua para desdibujarlo 
en manto para el aire. 
Y como falda a este extraño mar, 
el asfalto le rodea la cintura. 
Sucede como la cristalería 
implícita del Jordán.
Muy distinta es la línea verde, 
la línea del despojo. 
El corte deplorable donde 
el artificio compuso el 
fragmento para deshacer el bizcocho. 
Desde los ojos, es el mismo 
territorio con un idioma intruso.
Pero no hay peor fraude que aquel 
jaco cercenando las manos de los alfareros.  
Mezclando, con el concreto, 
una provincia que pocos 
comprenden y complacen.

Esta es Cisjordania, 
región de golpes y desaires, 
y sin embargo maciza como pedernal, 
melosa como el dátil. 
Vaporizando inciensos, 
animada desde sus regadíos

No hay comentarios:

.

.
Escudo de Lucevelio