
Con motivo a su soneto: Voy a Dormir
Érase una voz definitiva,
acentuada con moderación y casi involuntaria.
Indicaba condición y período para su descanso,
entendiéndose, casi soñolienta, con la nodriza quien le hacía compañía:
Un recinto para envolverse y humedad;
luminosidad, como para leer sobre roca escrita;
y además el instante, para escuchar la noticia del primer verde
mientras remonta un ritmo de olvido por el cielo movible.
Y finalmente, como último encargo:
la evasiva para no oírle, para así dormirse en el desconocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario